jueves, 8 de diciembre de 2016

December the 1st


Hace unos días estuve en el parque donde nos hicimos novios. Sigue ahí, igual que nosotros seguimos en esta ciudad que nos vio crecer y conocernos. Claro que todo ha cambiado. El parque sigue ahí, y aun así ya no es el mismo, ni la ciudad, ni tampoco nosotros.

Supe de ti hace poco. Un conocido te vio de lejos, con alguien nuevo. Pese a lo mal que terminamos, siempre te imaginé con alguien más… más todo. Más que yo. No sé si llamarlo inseguridad o si aún me queda un poco de afecto por ti.

La misma ciudad que nos vio crecer, conocernos y amarnos, también nos vio despedazarnos. Lo recuerdo a cada instante, cuando paso por las calles por las que íbamos tomados de la mano. Los portones que nos refugiaron de la lluvia y las miradas se ven muy diferentes ahora, pese a que no han cambiado nada. La tienda de novias donde, tras enseñarte el vestido de mis sueños, entendí que nunca lo iba a poder usar, cerró poco después de que rompimos. A veces atribuyo ambas cosas a la superstición que rodea dichos atuendos.

Paso diario frente a la plaza donde combatimos nuestras peores batallas. Me sorprende cómo nunca gané ninguna, ni siquiera aquellas en las que tú no tenías ninguna defensa. La evidencia de lo mal que nos iba nos explotó en la cara tantas veces, y no lo quisimos ver. Tú sólo veías a una niña necia que creía que podía salvarte. Yo veía un faro de luz que creía que podía guiarme. La niña necia dejó de creer, y el faro de luz no se guiaba ni a sí mismo. Éramos un desastre que ocurriría de todos modos.

Hay días oscuros en los que he asumido toda la culpa. Si hubiera hecho más por ti, si te hubiera conocido antes, si te hubiera podido entender, y otros “si hubiera” que se desvanecen uno por uno, en cuanto los vuelvo a razonar.

Lo que realmente extraño es el sentirme amada, protegida. Pienso también en lo poco que eso duró. En las promesas rotas y los regalos abiertamente rechazados. En el año que perdimos jugando a Romeo y Julieta, mientras a nuestro alrededor todo se venía abajo. Hoy se cumplen 3 años de esa fecha fatídica en que todo se arruinó. Y los buenos recuerdos tienen la mala costumbre de volver.

No me arrepiento de haberte conocido. No cambiaría nada de lo que pasó, al menos no del primer año. Me enseñaste muchas cosas, lo que quiero y lo que no. Me quisiste antes que nadie, quiero pensar que al menos al inicio sí me amaste. Ambos nos tuvimos paciencia, tú para conquistarme y yo para apoyarte, aun cuando lo segundo nunca resultó. De lo nuestro me quedo con eso, y con algunas canciones que sobrevivieron a nuestra rivalidad de gustos. Me pregunto con qué te quedas tú de todo eso. O si te quedaste con algo.

Sólo hay una cosa que nunca te perdonaré: en todos esos meses, en que nos empeñamos en nadar contra la corriente y nos mantuvimos bajo el falso resguardo del amor secreto, nunca peleaste por mí. La única cosa que yo te pedía fue demasiado grande para ti. Entenderlo fue lo que me llevó a romper contigo ese día. Recuerdo que cuando llegaste por mí y me abrazaste, sentí que si te dejaba ir me caería en pedazos. Pero mientras hablábamos, supe que no había marcha atrás. Nada iba a cambiar entre tú y yo. Si por ti hubiera sido, aún saldríamos a escondidas. Cualquier cosa antes que dar la cara.

Fuera de eso, supongo que estoy en paz contigo. La ciudad cambió, tú cambiaste y yo también. Nuestros caminos se alejaron, supongo que para no juntarse otra vez. Y creo que eso es lo correcto. Ya sea que lo leas o no, te deseo suerte, y que ahora sí hayas encontrado a alguien que pueda recibir de ti lo que yo nunca merecí. 

viernes, 18 de noviembre de 2016

Sin título II

Es muy difícil describir los síntomas de las enfermedades del alma. Cuando tu cuerpo se enferma, no es tan complicado decir: "Me duele aquí","siento rasposa la garganta", "me siento mareado". Estamos acostumbrados a explicar dolores físicos, todo el mundo ha pasado al menos una vez por una gripe o se ha cortado con papel o algo similar.

Cuando te enfermas del alma, ni siquiera tú lo sabes. Al contrario de un mal físico, nadie tiene los mismos síntomas que su prójimo, aún cuando la dolencia sea la misma. Y al menos en mi caso, no logras describir los síntomas hasta que ya se te pasaron, o cuando al menos ya su azote está más o menos mermado. Uno se queda atrapado en el segundo en el que la "dolencia" se adueñó de su persona, por más que vea los días pasar o espere hasta después de la medianoche para poder dormir en paz, luego de cerciorarse de que sigue con vida y que el mundo sigue en su lugar.

Me quedé atrapada en un punto muerto, entre el pasado y el futuro, que sin embargo tampoco era el presente. No lograba pensar en mi pasado sin contaminarlo de miedo y no podía visualizar un futuro libre de tragedias. Ahora soy capaz de volver al aquí y ahora, pero confieso que todavía algunos de esos pensamientos de pánico siguen intentando taladrarme el cerebro. Ni siquiera vienen de ningún lado, sólo se quedaron rezagados y se niegan a irse, como el cochambre viejo de la estufa. Aunado a eso, sentía que si algo en mi entorno se movía un poco se desequilibraría el mundo (sólo así lo puedo describir) o que si yo me movía de mi lugar desencadenaría una tragedia contra mis seres amados. Tenía un miedo a dañar insoportable. Siempre lo he tenido en realidad, pero debido al colapso se magnificó a niveles absurdos.

A veces imagino a la Soldado enfrentarse a ellos. Suelen imitar su forma, pero en lugar de verse como una hermosa guerrera de armadura azul, se ven como una versión monstruosa y herida de mí. Una y otra vez se baten en retirada, para regresar al día siguiente. Ella les da batalla sin cansarse ni ensuciar su armadura; en su lugar yo me muero de cansancio. Porque de todos modos, ella es yo. Aunque sé que al final volveré a ganar y volverán al sórdido rincón de olvido al que pertenecen, y a pesar de que llevo ya considerable ventaja, la verdad es que hay momentos en los que no sé de dónde saco fuerzas.

Las pesadillas terminaron por fin, el problema son -aún- mis horas conscientes. La primera vez que ocurrió, mi único consuelo era recostarme en el suelo hasta que más o menos se pasara. Conservo esta práctica, pero sólo al alcanzar puntos álgidos y cuando no supone un problema para mí o los demás. Imagino que dicho remedio está inconscientemente ligado a la conexión que como seres vivos, tenemos con la tierra. Hace mucho que no me he dado el lujo de recostarme sobre el pasto fresco, que de alguna manera es lo que mi cuerpo y mente piden a gritos en estos días oscuros.

Por lo pronto, me refugio en mi familia. En el amor. En las hojas de un colega -Ruíz Zafón- para rescatar las pasiones que emprendieron fuga al iniciar esta guerra contra mi parte más oscura. Retomo con tiento la vida común, que no normal -qué flojera ser normal, diría mi Hombre Ilustrado. Me curo con música y silencios, y me armo de valor todos los días para seguir ganando terreno a esa "dolencia" que hace que mi alma duela y mi mente se agote.

Porque lo malo, aunque parezca más fuerte que nosotros, está siempre destinado a fenecer.

lunes, 24 de octubre de 2016

Prrr...

Te dijeron todo el tiempo que no fueras a esa casa. Una y otra vez te hicieron advertencias y amenazas: no hay nadie ahí, la dueña estaba vieja y loca, se la comieron sus gatos; es un lugar peligroso y te puede pasar algo -no importa qué, pero algo malo. Absurdo, pero por mucho tiempo había surtido su efecto en el nervio de tus miedos.

Ahora, la rebeldía es una dama seductora, y no te resistes a echar un vistazo a esa casa semidestruida. Después de todo, eres joven y fuerte, y por lo menos crees que eres inteligente. Nada podría detenerte.

A pesar de ser mediodía, sigue siendo un lugar espeluznante de ver. Dos pisos de madera semipodrida, con las ventanas rotas y la pintura levantada; el techo casi sin tejas. Alrededor, maleza y hierbajos creciendo sin control. Ninguna reja separa el caótico conjunto del resto del mundo, del resto de las casas que se encuentran en mucho mejor estado.

Por toda la maleza, hay gatos. Restregándose en la hierba, en el éxtasis de la nébeda, o sentados sin mover un solo pelo, contemplándote. Esos gatos son lo que de verdad te pone los pelos de punta. Sus extraños ojos amarillos siguen tus movimientos sin desviar la mirada ni un segundo, te ven cruzar el paso pavimentado, polvoriento y cubierto de hojas secas, hasta la entrada. Te toma un minuto apenas, un minuto que esas miradas amarillas hacen sentir eterno. En un intento por ignorarlos, tanteas el marco de la puerta en busca de una llave. Pronto das con ella, y volteas a ver a los gatos con una mirada de triunfo, mientras accionas la cerradura y abres la puerta.

Uno de los gatos te sonríe. El conocimiento de que eso es una sonrisa te congela la sangre en las venas, así que entras rápidamente para no enfrentarla.

Si el exterior es desagradable, el interior es la clara ilustración de la ruina. Nada más entrar, tu sentido del olfato recibe un golpe directo: la casa entera huele a orina y descomposición. Los muebles están arañados y rotos, así como varios objetos que en algún punto pertenecieron a las repisas. Polvo, tierra, basura, las paredes mohosas y con el tapiz hecho garras. Hay vidrios de ventana por todo el piso, pero a pesar de que nada las obstruye, apenas entra un rayo de luz por ellas.

A cada paso aplastas pequeños esqueletos y cadáveres mordisqueados de pájaros, lagartijas, y otras alimañas. Incluso cadáveres de otros gatos. Uno de ellos, el que se ve mas reciente, quedó hecho un ovillo en un sillón de destruido terciopelo, como si la muerte le hubiera llegado durante el sueño.

A donde miras, las imágenes son cada una más nauseabunda que la otra. La verdad te quieres ir, pero la curiosidad por ver hasta el último rincón de ese apestoso mausoleo es mucho más fuerte, y decides continuar. Luego de inspeccionar a fondo el primer piso y confirmar que todo está igual de podrido, subes las escaleras de caracol. Los escalones crujen y gimen a tu paso, y ves asomarse desde el piso de arriba más ojos amarillos que te miran con clara expectativa. 

Por mirarlos, no reparas a tiempo en el escalón partido donde te apoyas, justo a la mitad del camino. La tabla se rompe bajo tu pie, despidiendo un olor fétido y hundiéndote hasta la rodilla. Cuando sacas la pierna, encuentras en el hueco oscuro otro par de refulgentes ojos felinos que te observan.

Quieren enloquecerte. Lo sabes. Y tú quieres huir, pero te niegas a que te tomen por cobarde, y te sobrepones al sentido común. Y corres escaleras arriba.

Al abrirlos, todos los cuartos están vacíos a primera vista. Y todos presentan el mismo lamentable estado del piso inferior, con el plus de que bajo las camas orinadas y desde los armarios se abren más de esos horribles ojos.

Escuchas un rechinido, y un maullido ronco te hace voltear: el gato que te sonrió en el jardín está ahí. Sentado, mirándote. Es un gato blanco, precioso; el único con el pelaje bien cuidado. En otras circunstancias le rascarías el mentón, pero ahora mismo, mientras te mira como una esfinge y vuelve a sonreír, lo único que quieres es que se aleje de tí.

Pero el gato se levanta y camina hacia tí, acechándote como lo haría un tigre. No sabes cómo, pero es consciente del horrible poder que tiene sobre tu alma. Sabe que por más que lo desees, no puedes patearlo ni asustarlo. 

Retrocedes andando de espaldas, con el corazón latiendo y sudor frío corriéndote por el cuerpo. Cuando topas con la pared, el gato se detiene, deja de mirarte y da la vuelta en el pasillo, hacia la última puerta, la única que no está totalmente cerrada. Entra a través de la abertura, sin apenas moverla.

De pronto, escuchas un sonido espantoso, que proviene de esa misma habitación. Una mezcla entre un maullido, un graznido y un grito humano, que resuena potente en todo el pasillo y te eriza la piel y los pelos de la nuca.

Un torrente de maullidos llega detrás de tí, y de pronto todos los gatos de la casa entran por el estrecho pasillo, arañándote la ropa y mordiéndote las piernas en el camino. Algunos incluso se trepan a tu espalda, clavándote sus garras. Te los arrancas como puedes, sintiendo el agudo dolor de sus uñas destrozándote la piel, y los arrojas lejos. A uno lo estrellas contra la puerta entreabierta, que se abre con violencia, mostrando una oscuridad escalofriante, y solo cuando la última cola crispada es tragada por la sombra te atreves a entrar.

Y ahí está. Tan irreal como su leyenda. Pero tan real...

Es un ser inaudito. Toda su piel amarillenta está mordisqueada y arañada; con varios pedazos ausentes. Sus orejas, que sobresalen bajo sus largos, lacios y grasientos cabellos negros, tomaron una forma puntiaguda y larga. Sus manos mordidas y flacas acaban en garras filosas y asquerosas, de un color sucio y repugnante; su nariz larga y respingada lo huele todo y se alza hacia el cielo para abarcar cada nota de olor distinta del orín y la porquería habitual. Sus delgados labios secos entreabiertos muestran dientes amarillos y putrefactos. Todo su inmundo conjunto está envuelto en lo que antes fuera un lujoso abrigo de piel, pero que ahora es un aún más inmundo pelaje falso del color de la suciedad, con costras de porquería y huesos de animales pequeños.

Los gatos corren a su alrededor, trepándose por su falso pelaje, algunos ronroneando y otros emitiendo el chillido ronco de los suyos. Varios dejan a sus pies más ofrendas de pájaros muertos. Sobre su hombro, el gato blanco te mira, ya sin sonreír.

Ella reconoce al fin el olor extraño, y abre los ojos. Espantosos ojos sin pestañas, ojos amarillos con las pupilas verticales. Horribles ojos a los que sin embargo, no puedes dejar de ver. En su horror son hipnóticos, y te han capturado.

De su garganta emerge el grito-maullido de minutos antes. Tu piel se eriza de nuevo y esta vez caes en la cuenta de que es demasiado tarde para escuchar al sentido común: ese maullido infrahumano es más que eso, es un grito de guerra...

Echas a correr, perseguido por ellos. Con sus horribles maullidos detrás de tí. Debes salir de ahí a toda costa. Bajas de dos en dos las escaleras, olvidándote por completo del hueco que dejaste al subir. Te atoras de nuevo y esta vez escuchas y sientes tus huesos tronarse y desgarrar la piel de la pierna. El dolor, olor y sensación de tu sangre borboteando termina con tu cordura, y tratas de levantarte y huir, aunque sea a rastras. Pero tu lucha te arranca a tí y a tu pierna fracturada del agujero, haciéndote estrellarte con el barandal y hacerlo trizas también.

La aparatosa caída te fractura la columna vertebral. Ahora yaces en el suelo, sin poderte mover, con la cabeza girada hacia el sillón de terciopelo donde yace el gato muerto. 

Debajo del mismo ves algo que antes no viste, y que ahora no es más que una advertencia tardía de lo que te espera.

Y entonces, sientes las patas sobre tí.


Tus gritos no sobrepasan el jardín. 

Los gatos, drogados de nébeda, dejan de retorcerse sobre el pastizal y entran a la casa relamiéndose los bigotes. 




jueves, 20 de octubre de 2016

Oscar de la Renta y el suspiro que es la vida

Esta nota se publicó en el periódico donde yo trabajaba, un día después del fallecimiento del genio de la moda. Yo había preparado su reseña pero un compañero me ganó; no obstante, surgió este pequeño ensayo que, en su segundo aniversario luctuoso, comparto con ustedes.

(Publicación original: 21 de octubre de 2014)

Esta mañana se dio a conocer la lamentable pérdida del genio de la Alta Costura, Oscar dela Renta. En las próximas 24 horas, las redes se llenaran de frases robadas de entrevistas suyas, y puede que fotos acompañadas de palabras que el diseñador jamás dijo. O bien, memes, que parece que ya no conocemos otra forma de comunicación.



Todos los años, perdemos figuras importantes e imponentes como el diseñador, el fundador de Apple, Steve Jobs, o el actor Robin Williams, quienes han marcado generaciones con su trabajo. Sin embargo también hemos perdido figuras como la bailarina contemporánea Guillermina Bravo y los escritores Ray Bradbury y José Emilio Pacheco, de quienes nadie se acordó hasta que fallecieron. Y puede que ni así.



¿Porqué tenemos esta manía? No los recordamos ni apreciamos hasta que ya no pueden crear, ni bailar, ni convivir entre nosotros. Al parecer la muerte nos infecta con un morbo insano, con la repentina necesidad de llenarnos y saber qué "fue" de sus vidas y no el qué "es".



Y no sólo nos pasa con personas de fama y reconocimiento: nos puede llegar a pasar hasta con nuestros seres queridos. Hay familiares a los que no volvemos a ver hasta que tenemos qué… y para entonces ya están rodeados de crisantemos en un recinto funerario. O si ellos tienen suerte, en su lecho de muerte, cuando ya apenas pueden sonreír, y deben tolerar lágrimas y 'hubieras' que no recuperan el tiempo perdido.

Tenemos próximo el Día de Muertos, el día que dedicamos por entero a todos los que se nos fueron. ¿Cuántos días les dedicamos mientras aún están aquí? ¿Cuántas veces nos detenemos a decir un "te amo"? ¿A tomar un café? ¿A preguntar "¿cómo estás?"?

Hay historias de personas que pierden al amor de su vida sin que este sepa que lo es. Hijos que no agradecen los consejos de papá y mamá hasta que ya no están para darlos. Maestros que no reciben un respeto de sus discípulos hasta que se les dedica algún homenaje póstumo. Y a veces no les dedicamos nada hasta que lo publicamos en Facebook. O twitter. Como si hubiera Wi-Fi en el más allá (con todo respeto, no mamen).

Epitafios de "Gran mujer, madre y amiga" o "un hombre excepcional y amable", rondan por las redes todos los días. Hay muros de personas fallecidas que no tuvieron comentario alguno hasta el día del funeral. Con todas esas palabras que la persona nunca escuchó de quienes más quería. Y en el peor de los casos, todas esas palabras no dichas pudieron haber salvado su vida.

Y ya no digamos palabras: hechos. Un abrazo, un beso, un cariño, hasta una palmada en el hombro. ¿Cuántas veces al día abrazas a alguien? ¿Cuántas veces felicitas a tus colegas o empleados por algo bien logrado, incluso por un día sin incidentes graves? Porque el afecto y el respeto se necesitan en todos los niveles. ¿Hace cuánto no le rascas la panza a tu mascota? ¿Has hablado con tus hijos, con tus padres? ¿Te detuviste a disfrutar ese beso de despedida que te dio tu pareja esta mañana?

¿De veras quieres esperar a ya no poder hacerlo?

lunes, 19 de septiembre de 2016

Love will tear us apart (english version)

Quick explanation, I got sick. Nerve sick. But I'm back in the game. Again, sorry for mistranslation.




-There is something the ones like you will never understand, 'til fall in love. Or 'til they become someone like me.

-What is it?

-No heartbeat is the same. No matter if it is in pain, in fear, mad, or even in love and joy, heartbeat always keeps a proper and unique rythm, that makes the difference among the others. I could easily find you in a crowd, just for the beating of your heart.

-Have you ever fell in love? Or do you preffer one-night-stands?

-Yeah, right, make fun on the elder...

-So?

-Well... yes, I admit I had lots of lovers, beautiful lovers. But in all my years, in all this endless come and go, I only fell in love once.

-How was her?

-Why do you assume it was a woman?

-But you said...

-So?

-Alright, alright, I'm sorry... ok, how was... him?

-Thin, like a finger. With intense and limpid looks. He was a musician, a 70's punk. A tortured soul.

-Did he knew?

-Nah. I wasn't his kind, he was not into guys. Sad, huh? My one and only love and he wouldn't ever love me back.

-But I guess you could come closer...

-Oh, yeah. We were friends, although I guess he thought I was... I don't know, an imaginary friend, or an allucination. He was not ok, you know? he had mind issues. 

-What happened?

-He got married, had a family. And then he blew it up with some Annik.

-...no way.

-What?

-It wasn't HIM. It couldn't.

-Why not? Who can rule over the heart? Over the feelings? Nobody can keep the line over that, not even our own. Even someone like me.

-Where did you meet him?

-Brusels. I met him there, I... I don't remember why I was there; he was going to met his favorite writer, a beatnik or some crap like that. That fucker totally mistreated him... I was so mad, I wanted to kill him, you know I could... but then I saw him, so sad about it... I couldn't leave him alone. Except fot that pedantic sucker, he was into the same authors I love. Since then, I wrote him letters, phonecalled, visits, I made everything to keep in touch with him.

-What did you love the most of him?

-His gloom. His anger. The intense darkness his soul exuded. I loved his eyes, so clear and beautiful. His poetry, oh my... I could've give anything for him to write me at least one song. To be a part of his creations. His heartbeat, even his heartbeat was charged on that pain, that sorrow that got me so crazy, so lost. So alive. I think that's mainly what I miss.

-Did you really never tell him?

-No way, he might have hated me... but... if I've done... maybe he could be still alive. I still remember that weekend. I saw him after he talked to both of the gals. He was devastated, he really wanted to end up the trouble he was in. Annik put an ultimatum: His family or her. What kind of person does that?

-Yeah, well... that was not nice. And then?

-I don't want... 

-I think you should. I mean, I've not lived as long as you but... It hurts you, I can see it.

-...

-Please.

-Well, he told me that. He was forbidden to see Nat, had a crisis and then the ultimátum. I was about to confess; that was the reason I was there, but... I thought it would only get it worse. I just let him unburd. I couldn't say anything. I just... hugged him. It was the only urge I allowed to myself the whole time I knew him. I embraced him to be close to the furious heartbeat I loved, even if it was only once. I'll never know if he noticed there's no sound in my chest.

-And then?

-I ran away, without a word. 

-Why you say he could be still alive?

-Call it guilt if you want. But if I'd told him maybe we'd fought all night long. He'd never seen that fucking movie, or take the ropes to the kitchen. I could have bought him at least one more day, even if he never wanted to see me again. ... I loved him so much... just knowing he's still alive could be enough for me, you know? to be joyfull for the rest of my life...

-...

-I knew he was dead 'cause I felt it, Suddenly the world became silent. I couldn't hear his heartbeat anymore. His sad music. I wish I got there before Deb. Or take his life on my own, if I knew there was no step back. His blood would still run through my veins, I'd have in my system his feelings and thoughts forever. I could see how he saw me. What he really thought about us. But when I could finally look for him, his body was gone. And when I found him at the morgue, he was already cold, and his blood was fully clotted. All I got is the tombstone I stole. And one of his notebooks. 

-Why you didn't turn him, I mean, like you? You never thought that?

-Everyday. But I was afraid of it. This is no cure, even less to the kind of pain he was suffering, I could've doomed him. There are so many like me that still bear the aches of their former existence,and other ones that only got compounded their misery. I never wanted him to suffer it, only because I was a selfish lover.

-You'd have done the world a favor...

-Maybe. Maybe not. I really loved him. And when you live as long as me, you reach a point where love has no room for selfishness. Besides, you don't know if that could've been a favor. Look at all those musicians that are still alive and haven't done anything good again.

-Touché

-...

-You think you will find someone like him again?

-If I do I'll tell you.

-Me? Why?

-I like you. And I trust you.

-I think it's something else.

-Perhaps. Now I must go. 

-Sunrise?

-Yep. And I'm feeling thirsty, if you know what I mean.

-Ok, then... see you soon. I hope.

-Good night, my dear.

miércoles, 14 de septiembre de 2016

Sin título

Me gustaría decir que no he publicado debido a que la he pasado bomba, me gustaría decir que he tenido mucha tarea o mucho trabajo. Me gustaría decir que no he escrito nada porque he estado fabulosamente ocupada, pero estaría mintiendo.

No he escrito ni una línea en este blog porque, una vez más, sufrí un colapso nervioso.

Fue debido a un "fabuloso" combo de estrés acumulado por mi proceso de admisión, varios pequeños problemas que se juntaron, una fuerte crisis de fe y cosas desagradables que me mandaron en Facebook -que me llevaron a cerrar mis dos cuentas, y no las pienso reabrir en un buen rato- y que se detonó el día que recibí mis resultados, los cuales ya no importan pues por salud mental me veo en la obligación de dejar ir, por lo menos, esa carrera.

¿Porqué digo "una vez más"? Por que ya lo viví antes, hace 6 años. Pasé 3 meses horrendos, con ataques de pánico y falta de sueño. Las razones fueron distintas, pero el miedo es el mismo. Si tuviera que elegir entre volver a vivirlo tal como fue y enfrentar a una horda de demonios con sólo una navaja, elijo la horda. En serio.

Pero la ventaja de enfrentarse dos veces con el mismo monstruo es que en la segunda vuelta ya sabes dónde pegarle y dónde no. La primera vez estuve tan aterrada y confundida que no supe a quién pedir ayuda.  O si pedir ayuda. Me dejé arrastrar por la locura hasta que mi familia se dio cuenta de que algo andaba mal, para lo cual pasó mes y medio, y el siguiente mes y medio lo pasé viendo doctores, psicólogos y hasta un chamán (no es broma) hasta que un día el miedo se marchó tan repentinamente como había llegado. Y aún un tiempo estuve todavía con momentos difíciles.

La semana pasada se cumplió un mes del segundo ataque de pánico. Esta vez, pedí ayuda antes de que me volviera a arrastrar, me acerqué a mi familia, a mis amigos; retomé proyectos que estaban pendientes para mantener mi mente ocupada. Volví a acercarme a Dios, lo que sorpresivamente me dio la paz que había perdido, y digo "sorpresivamente" porque por casi 5 años y a escondidas me mantuve en un camino diferente, y tuve que aprender a patadas que no era el mío.

El día de hoy por fin me siento mejor. No puedo decir que estoy curada, pero sí mucho mejor.

Comparto esto porque sé que no soy la única persona que lo ha pasado mal por un estado mental. O por un mal que no se sabe de dónde viene (así fue la primera vez) y por lo cual no se sabe a quién acudir. Una persona muy querida lo sufrió casi toda su vida, y sólo ahora, después de sufrir por años y que ya no puede vivir por su cuenta, descubrió que no era su culpa, sino un problema físico que no se atendió a tiempo.

Hay personas que sufren enfermedades y no lo saben. Hay personas que aún se culpan por cosas que en realidad no tenían nada que ver con ellas, y esa culpa les enferma. Tenemos la mala costumbre de minimizar lo que nos hace sentir mal (sólo me duele cuando río / sólo estoy un poco triste/estresado/molesto) y cuando decidimos atender el problema, sea físico o mental, ya es tarde. O no es tarde, pero se requieren medidas muy drásticas, y hasta traumáticas.

Y no se trata de eso. No  somos invulnerables, aunque nos guste pensar lo contrario. Todos tenemos un punto de quiebre, un límite de fuerzas que al rebasarlo nos lleva al malestar, a la enfermedad, a la locura incluso.  Y no estamos hechos de piedra ni de palo para andar de "duros" por la vida -y vamos, hasta las piedras sienten. Lo he dicho antes y lo diré de nuevo: no tenemos que hacerlo todo solos. Siempre antes de llegar tan lejos, hay que detenerse. Pedir apoyo. Reconsiderar si seguimos aguantando o si es hora de soltar.

lunes, 18 de julio de 2016

Fire! (english)

Original in spanish 
(I don't know why, but Emilie Autumn sounds like a perfect soundtrack for this one - look below)


His nature demands destruction. Just like that, he doesn't know another life. His body is a composition of whatever is the nearest, anything that can burn at its touch. His breath is oxigen and gas. His presence has the strangest and most different effects in every creature. In the blue and orange attire, he is welcome, even necessary. He is invoked with the burning and heavy gunpowder perfume. 

But when he comes by himself, dressed in red and gold, he ignites Fear and Hate in human souls. 
Nevertheless, those feelings are outside his being. He just wakes up, and takes with joy every second of life, granted by his mixed and toxic breath.
He loves dancing, at the rythm of the Winds. He loves dancing with the sylphs, leading him at the beat of their will. Today, the're dancing at the hollows of an infortunate forest. They, the invisible nymphs, with their constant whispering, guide him at the beat of his destructive waltz.

Today he was invoked by the careless of a group, from the badly off embers of a camping fire. Over the dying ruby-colored coals, he felt the fresh caress of the wind, saying "come", and bringing him to life again. He
 raised lordly, in all his golden and terrifying beauty, fed by the nearest and dryer branches; obtaining enough strenght to rise and dance one more time. 
Animals run away from his devastating and passionate tango. While the sylphs whisper their song, the creatures of the woods howl, trill, scream his name, in order to warn the other ones. But he keeps dancing, devoring everything on the way.
Soon, most of the forest is nothing but ashes and blackened tree trunks. The smell of Death floats over the air, the smell of burned wood and boiled sap. But his dance goes on, unstoppable. Until a tiny mammal, clung to the top of a fir tree, perceives the hopeful scent of rain. Drop by drop, the crystalline storm goes on, halting him, depleting his moves. Tne, he finally chokes, and there's nothing left but plumes and mud, mixed with the remaining ashes.
But even if he dies, he'll be back to life. He will reborn somewhere else, in another moment. And just like the last time, his destructive nature will make him start again with his savage and eternal waltz...

jueves, 14 de julio de 2016

Los platos rotos

En estos momentos acabo de terminar una evaluación muy importante para la nueva carrera que voy a estudiar, que consta de varios bloques en una plataforma virtual. La mitad de los reactivos estaban mal escritos, lo que significa que ninguna respuesta (opción múltiple) estaba bien; que el reactivo ya venía contestado o que no se podía resolver con ninguno de los métodos que se me enseñaron. Hasta le tomé capturas para señalar los peores.

El verdadero problema es que quien la paga soy yo (y sospecho que todos mis futuros condiscípulos): los reactivos mal planteados se me marcan a mí como incorrectos.

Por otro lado, van varias veces que he tenido que tolerar ofensas muy graves y feas de gente que por lo regular, es de mi máximo aprecio. En la última, yo me tuve que disculpar primero por enojarme para que la otra persona se disculpase conmigo por lo que me hizo. Lo cual simplemente no es correcto.

Tendemos a buscar culpables por lo que nosotros mismos provocamos; un grave defecto de la naturaleza humana. Ahora soy más responsable que antes de mis propios errores, pero sigo "pagando los platos rotos" por otras cosas que no fueron causa mía.

Y no solo yo. Creo que todos nos hemos visto más de una vez en la molesta situación de cargar con los errores de otro, o peor aún, cargar con toda la culpa de errores cometidos en conjunto o viceversa. Como en esos trabajos de equipo en el colegio, en que por uno que fallara en algo, todos pagaban porque la nota era conjunta. O como el resto del equipo la embarraba, al que lo hizo bien se lo llevaban entre las patas.

No importa como pase, se siente como limpiar los restos de una fiesta que ni siquiera disfrutaste, y además, en casa ajena. ¿Porqué tú para empezar? ¿Porqué no el dueño de la casa?

Algunos errores (como los reactivos) en realidad son por accidente -o eso quiero pensar. Y nadie tiene la culpa. Pero igual alguien los paga, y para cuando se corrigen, ya muchas personas tuvieron que pasar por el trago amargo de verse afectadas por ello.

El resto, no son mas que el orgullo de cada persona, y en el orgullo hay mucho que perder y nada que ganar. La dignidad para empezar, que se pierde en cuanto queda en evidencia el error, por muy férreos que seamos en defender nuestra postura. Amistades, para continuar (cuántos amigos perdidos por no decir "lo siento" a tiempo) y para acabar, a veces hasta la propia vida. Y quien lo paga -de nuevo- son los demás (¿Porqué no pidió ayuda? ¿En qué estabas pensando? ¿Quién le dejó hacer eso?)

Me gusta pensar que en algún momento, dejaremos de "pagar los platos rotos" de otros. Porque nosotros mismos también dejaremos de cobrárselos. De buena fe deseo que un día todos podamos responsabilizarnos de nuestros errores, bajarnos tantito de nuestro orgullo o pensar antes de cometerlos. Y libremente me incluyo, porque aún no cedo del todo. Sólo espero que para entonces no sea muy tarde.

viernes, 8 de julio de 2016

Erick (Love will tear us apart)

El texto original debía ser un capítulo de una novela, pero desde que se me ha cebado una y otra vez, decidí publicarlo como un cuento en el blog, antes de que sufra el mismo destino que el resto de su historia (entiéndase quedar en coma cual Cerati, porque ahí sigue). Y algo curioso fue el proceso de escritura, literalmente quedó como una entrevista, transcrita con puntos y comas.


-Hay algo que los que son como tú no saben hasta que se enamoran. O hasta que se convierten en alguien como yo.

-¿Qué cosa?

-Ningún corazón late igual que otro. No importa que esté asustado, enojado, triste o dichoso, el latido conserva siempre una nota propia que lo distingue de todos los demás. Me sería muy fácil reconocer tu latido entre toda una multitud.

-¿Y te has enamorado? ¿O prefieres amantes de una noche?

-Sí, búrlate del viejo...

-¿Y bien?

-Pues... sí, lo admito, he tenido muchísimas amantes. Pero en todos mis años, en todo este eterno ir y venir, sólo me enamoré una sola vez.

-¿Y cómo era ella?

-¿Porqué supones que era una mujer?

-Acabas de...

-Aún así.

-De acuerdo, lo siento... bueno, ¿cómo era él?

-Flaco como un dedo. Con ojos diáfanos, intensos. Era músico, del punk de los setenta. Un alma torturada.

-¿Lo sabía?

-Nah. Yo no era su tipo, no le gustaban los hombres. Triste, ¿no? Mi único amor y no fue correspondido.

-Bueno pero, supongo que pudiste acercártele.

-Eso sí. Fuimos amigos, aunque creo que él pensaba que yo era... no sé, su amigo imaginario, o un producto de su mente. Él tenía problemas, ¿sabes?

-¿Y que le pasó?

-Se casó. Tuvo familia. Y luego lo echó todo a perder con una tal Annik.

-...no hablas en serio.

-¿Sobre qué?

-No era él. No puede.

-¿Porqué no? Y aunque no pudiera ¿quién puede mandar sobre el corazón? Nadie puede mantener sus propios sentimientos a raya. Ni siquiera alguien como yo.

-¿Cómo lo conociste?

-Fue en Bruselas. Los dos coincidimos ahí, yo... no recuerdo qué hacía ahí yo, pero él iba a conocer a su escritor favorito, un beatnik o algo por el estilo. El bastardo... lo trató tan mal. Yo quería tragármelo, sabes que habría podido; pero lo vi a él, tan triste por eso. Tan enojado. No quise dejarlo solo y lo abordé. Salvo ese zopenco, le gustaban los mismos autores que a mí. De ahí, cartas, llamadas, visitas. Hice todo lo que pude para mantener contacto y no perderle.

-¿Qué amabas más de él?

-Me conquistó su tristeza. Su rabia. Toda esa intensidad oscura que emanaba siempre. Amaba sus ojos, tan claros. Su poesía, habría dado cualquier cosa porque me escribiera al menos una canción. Y el latido de su corazón. Hasta sus latidos estaban cargados de ese dolor, de esa melancolía que me volvía loco. Creo que eso es lo que más extraño.

-¿De verdad nunca se lo dijiste?

-Ni loco. Me hubiera odiado. Pero... de habérselo dicho... tal vez estuviera vivo aún. Sabes, aún recuerdo ese fin de semana. Lo vi después de que habló con las dos. Estaba devastado... 

-¿Y qué pasó?

-Sabes, no... no quiero seguir.

-Deberías sacarlo.No he vivido tanto como tú, pero... es obvio que aún te hace daño.

-...

-Por favor.

-Le habían prohibido ver a Nat, tuvo una crisis, y luego el ultimátum. Estuve a punto de decírselo; había ido a su casa expresamente para decírselo. Pero... creí que eso sólo iba a empeorarlo. Así que sólo... lo dejé desahogarse. No pude decir nada, sólo lo abracé. Fue el único impulso que me permití en todo el tiempo que lo conocí. Lo abracé para tener cerca ese latido rabioso, aunque sólo fuera una vez. Nunca sabré si se dio cuenta que en mi pecho no se oye nada. 

-¿Y después?

-Salí de la casa, sin decir palabra.

-¿Porqué dices que seguiría vivo?

-Llámalo culpa si quieres. Pero de habérselo dicho tal vez hubiéramos estado peleando toda la noche. Nunca hubiera visto esa estúpida película, ni hubiera tomado las cuerdas de la ropa. Le habría comprado al menos un día más, aunque no quisiera volver a verme. Yo... lo amaba tanto... el sólo saber que está vivo me bastaría para sonreír, ¿sabes? Por el resto de mi vida...

-...

-Supe que había muerto porque lo escuché. O mejor dicho, porque dejé de escucharlo. Porque de pronto el mundo se volvió silencioso. De repente ya no podía escuchar su corazón. Su música triste. Habría querido llegar antes que Deb. O haber tomado su vida yo mismo, de saber que no había marcha atrás. Su sangre correría aún a través de mí, tendría en mi sistema por siempre sus sentimientos, sus pensamientos. Podría ver cómo él me veía. Pero cuando al fin pude buscarlo, su cuerpo ya no estaba. Y cuando lo encontré en la morgue, ya estaba frío y su sangre coagulada. Todo lo que tengo es la lápida que me robé. Y uno de sus cuadernos de notas.

-¿Nunca pensaste... en volverlo como tú?

-Cada día, todos los días. Pero tuve miedo. Esto no es una cura, y menos para los males que él tenía, lo habría condenado. Hay muchos como yo que cargan aún los achaques de su previa existencia, y otros que sólo vieron agravada su miseria. Nunca hubiera querido que sufriera así, sólo por mi egoísmo de enamorado.

-Le habrías hecho un favor al mundo.

-Tal vez. Pero no. Yo lo amaba demasiado. Y cuando vives tanto tiempo como yo, llega un punto en el que el amor no da lugar al egoísmo. Además no sabes si hubiera sido un favor. Mira a todos esos músicos que siguen con vida y no han vuelto a hacer nada decente.

-Eso sí.

-...

-¿Crees... que encuentres a alguien así de nuevo?

-Si lo hago lo sabrás.

-¿Yo? ¿Porqué?

-Me agradas. Confío en tí.

-Es algo más.

-Tal vez. Pero ahora debo irme.

-¿El amanecer?

-Y además tengo sed, si entiendes a qué me refiero.

-Entonces hasta pronto. Espero.

martes, 14 de junio de 2016

Despair (english)

Original in spanish


She comes home only to cry on the bedroom. Everything around her is just a bunch of bullshit, so filth, but not only cause the full house is unclean. Since she can recall, the word "despair" pursuits her, like fleas to a mongrel.
Her husband gives pats on her back, not to confort but to understand. And therein lies their disgrace: almost half a century together, and he still cannot wreck her wall. The fucking mental wall she keeps building against the whole world -him more than no one– since they were just kids, listening the echoes of a bloody Tlatelolco at the radio, in the store in front of high school.

Not even the sacred vow of a life together is enough. For her, he is not a support; not even trustworthy; but the worst of all is that she is not the one who wants it that way. But the paradigm of her childhood at La Petrolera is stronger than her willing to trust the only one that, despite his almost deaf-mute personality, trust her.
The minor disappointment will be at school 'til sunset, ignoring all that is happening at home, while the bigger one keeps listening while hiding in plain sight, not even breathing. Luckily (?) the most feared words doesn't appear at the conversation, and its immature heart goes back to a normal beat. Unfortunately, and as a part of the problem, it can't help the ones behind the bedroom's door. 

Words like "robbery", "fraud", "disrespect", "gossip" or "idiot”, escape from the poorly sealed enclosure of the master bedroom. The usual and already known bullshit. The same crap that keeps going since a year ago, the same as always, plus the newest crap that came out just this weekend. Both of them are so jaded, so sick and tired...

And Despair is the only one, the only occupier, along with the dog, who lives at home on those four walls. The gray monster that crawls under the beds, feeding with her crying, with his guilt, with the minor disgrace's nihilism and the invisibility of the big one. And knowing it all, none of them is brave enough to take the broom and kick it out through the front door. Sometimes, someone trows the meat knife to the nearest inhabitant, in a failed attempt to threaten it so it goes away and never come back. With screamings that, for the deaft monster, are nothing but a small voice. 

domingo, 12 de junio de 2016

Angel (english version)

Cover her face.
Mine eyes dazzle.
She died young.

-John Webster

Friday the 10th, June.

About 22.00 hrs I started crying for no reason. I was on my own, watching a movie (Princess Diaries, I found myself guilty) then I suddenly broke in tears, like if I were in a burial. Hours before, I read the previous verse in an Anne Rice novel, recited by a heartbroken Lestat, to an inquisitive Claudia.

Never thought I would remember the verse again.


Saturday 11th. Morning.

The day started quietly for me, with a light breakfast -as always- and background music while reading Facebook's newsletter. Then, a note made me stop. All I could read was Christina Grimmie, young and beloved singer -whom my sister and I followed from her first steps- died at 22.

The world suddenly stopped as I waited the page to load. It's a joke, I thought at first. It's just a bad joke.

It was an accident, I thought later, It MUST BE an accident. She was a good girl, it HAD TO BE an accident.





FOUR GUNSHOTS.

One more, and the resemblance with John Lennon would have been chilling. Four gunshots. Three in the chest and one in the head. All in front of the fans and the supporting band. In front of her brother, who had to tackle the murderer before he harmed someone else.

It was hard to break the news to my sister, and she didn't believed me at first. I was in total shock all day. All I could say was a single question:


Wich kind of monster does that to a child?

I mean, I know she was not a child anymore. But at the same time, she actually was. A tender, warm and nice child. The kind of artist you want your children to admire. You looked her in the eye, even in photos, and you could see such a sweet and childish aura, you could see she would never harm someone on purpose.

Christina was someone's sister. Someone's baby. The Beacon of Hope of so many kind children like her, and for many adults too.


And yet, she was killed in cold blood.


I have so many questions right now, none for God as we are used to, but for Kevin James Loibl, the name of the devil in this tragic ocassion.

What in the world did she do? Did she break your icy heart? You were on your 30's and she wasn't even a full-grown adult, what did you expect?

Did someone tell you to do it? Did your hear voices in your head? How long did you plan it? Because it was so obvious you planned it, you son of a bitch. No one carries a weapon to a family event.

What the hell you wanted to try? Were you a copycat? Wanted to be a brand new David Chapman? ¿The next Catcher in the Rye?

Besides, you did it so she would suffer. A slow and painful death. The kind of death people would wish for somebody like you. But you booked the quick one for your self, you sucker. It couldn't be other way, right? They shouldn't catch you, not alive. Because they caught you.

I guess it was the best choice, I don't think you would survive for long, with all that hate over you.

I wanna cry but I can't. Can't believe it yet; and ironically, I feel so much hate now. Ironically, cause she had not wanted it that way. She wasn't a "hater". I dare to saymaybe she could forgive it. Because she was that way: a kind and talented girl, full of love and faith.

She was an Angel.

She is an Angel now.


Ángel

Cubrid su rostro,
me deslumbra;
ha muerto joven.

-John Webster

Cerca de las 22 horas del viernes 10 de junio, comencé a llorar sin ninguna razón. Estaba viendo una película (El diario de la Princesa 2, me declaro culpable) y sin razón rompí en llanto como si se hubiera muerto alguien. Horas antes, había leído el párrafo anterior en un libro de Anne Rice; dicho párrafo recitado por un dolido Lestat a una inquisitiva Claudia.

Nunca hubiera pensado que ese texto cruzaría por mi mente una vez más.

La mañana del sábado 11 de junio empezó sin sobresaltos para mí, con el desayuno frugal de toda la vida y música de fondo mientras leo las novedades de Facebook. Una noticia me hizo detenerme, escrita en una página de habla inglesa. Todo lo que alcancé a leer fue que Christina Grimmie, joven promesa de la música -a quien mi hermana y yo seguíamos desde sus primeros pasos- había muerto a los 22 años.

El mundo se detuvo de golpe mientras esperaba que la nota cargara en mi pantalla. Es broma, pensé al inicio, es sólo una mala broma.

Fue un accidente, pensé después, DEBIÓ ser un accidente. No andaba en malos pasos, TUVO QUE SER un accidente.



CUATRO DISPAROS.

Uno más y la similitud con John Lennon habría sido escalofriante. Cuatro disparos. Tres en la caja torásica y uno en la cabeza. Todo enfrente de los fans, y de la banda que la apoyaba esa noche. Enfrente de su hermano, que tuvo que atacar al asesino antes de que hiciera daño a otra persona más.

Me costó mucho trabajo darle la noticia a mi hermana, y en un inicio ella tampoco me creyó. Yo misma estuve en shock todo el día. Al respecto, sólo me rondaba una única pregunta:

¿Qué clase de monstruo le hace eso a una niña?

Digo, sé que no era una niña como tal. Pero a la vez, sí lo era. Una niña tierna, cálida, amable. La clase de artista que quisieras que tus hijos admiraran. Podías ver en sus ojos, incluso en fotos, esa aura infantil y dulce, el aura de alguien que nunca hubiera lastimado a nadie. Era la hermanita de alguien. El bebé de alguien. Era el faro de luz de muchas niñas lindas como ella, y de algunos adultos también.

Y aún así, fue asesinada a sangre fría.

Tengo un alud de preguntas, ninguna para Dios como se acostumbra, sino para Kevin James Loibl, el nombre del Diablo en esta trágica ocasión.

¿Qué te hizo ella? ¿Te rompió tu gélido corazón? Tenías casi treinta y ella apenas empezaba la adultez, ¿qué esperabas? ¿Te dijo alguien que lo hicieras? ¿Escuchabas voces que te lo indicaron? ¿Cuánto llevabas planeándolo? Porque es obvio que lo planeaste, hijo de perra, nadie lleva tantas armas a un evento familiar sólo porque sí. ¿Qué querías probar? ¿Acaso emulabas a alguien? ¿Esperabas volverte el nuevo David Chapman? ¿El siguiente Guardián en el Centeno?

Y además, lo hiciste de tal modo que sufriera. Que muriera lentamente. Como se desea que muera alguien como tú, Kevin. Pero no, tú reservaste la muerte rápida para tu asquerosa persona. No podía ser de otro modo, ¿cierto? No podían atraparte con vida. Porque te atraparon. Supongo que es mejor, no creo que hubieras vivido mucho tiempo con todo el odio del mundo aplastando tu nombre.

Quiero llorar y no puedo. No puedo creerlo todavía, pero irónicamente siento mucho odio. Y digo irónicamente porque ella no lo hubiera querido así. No era alguien que "odiara". Me atrevo a pensar que incluso lo perdonara. Porque ella era así: una niña talentosa, llena de amor y de fe.

Era un ángel.

Es un ángel ahora.

"A veces Dios permite que pasen cosas terribles en tu vida y no sabes porqué. Pero eso no significa de tengas que dejar de creer en Él"


Grettel

  - ¿Estás herido, terroncito? Sosteniendo una linterna de las antiguas de aceite y envuelta en un chal de color rosa, la mujer que se hab...