jueves, 14 de julio de 2016

Los platos rotos

En estos momentos acabo de terminar una evaluación muy importante para la nueva carrera que voy a estudiar, que consta de varios bloques en una plataforma virtual. La mitad de los reactivos estaban mal escritos, lo que significa que ninguna respuesta (opción múltiple) estaba bien; que el reactivo ya venía contestado o que no se podía resolver con ninguno de los métodos que se me enseñaron. Hasta le tomé capturas para señalar los peores.

El verdadero problema es que quien la paga soy yo (y sospecho que todos mis futuros condiscípulos): los reactivos mal planteados se me marcan a mí como incorrectos.

Por otro lado, van varias veces que he tenido que tolerar ofensas muy graves y feas de gente que por lo regular, es de mi máximo aprecio. En la última, yo me tuve que disculpar primero por enojarme para que la otra persona se disculpase conmigo por lo que me hizo. Lo cual simplemente no es correcto.

Tendemos a buscar culpables por lo que nosotros mismos provocamos; un grave defecto de la naturaleza humana. Ahora soy más responsable que antes de mis propios errores, pero sigo "pagando los platos rotos" por otras cosas que no fueron causa mía.

Y no solo yo. Creo que todos nos hemos visto más de una vez en la molesta situación de cargar con los errores de otro, o peor aún, cargar con toda la culpa de errores cometidos en conjunto o viceversa. Como en esos trabajos de equipo en el colegio, en que por uno que fallara en algo, todos pagaban porque la nota era conjunta. O como el resto del equipo la embarraba, al que lo hizo bien se lo llevaban entre las patas.

No importa como pase, se siente como limpiar los restos de una fiesta que ni siquiera disfrutaste, y además, en casa ajena. ¿Porqué tú para empezar? ¿Porqué no el dueño de la casa?

Algunos errores (como los reactivos) en realidad son por accidente -o eso quiero pensar. Y nadie tiene la culpa. Pero igual alguien los paga, y para cuando se corrigen, ya muchas personas tuvieron que pasar por el trago amargo de verse afectadas por ello.

El resto, no son mas que el orgullo de cada persona, y en el orgullo hay mucho que perder y nada que ganar. La dignidad para empezar, que se pierde en cuanto queda en evidencia el error, por muy férreos que seamos en defender nuestra postura. Amistades, para continuar (cuántos amigos perdidos por no decir "lo siento" a tiempo) y para acabar, a veces hasta la propia vida. Y quien lo paga -de nuevo- son los demás (¿Porqué no pidió ayuda? ¿En qué estabas pensando? ¿Quién le dejó hacer eso?)

Me gusta pensar que en algún momento, dejaremos de "pagar los platos rotos" de otros. Porque nosotros mismos también dejaremos de cobrárselos. De buena fe deseo que un día todos podamos responsabilizarnos de nuestros errores, bajarnos tantito de nuestro orgullo o pensar antes de cometerlos. Y libremente me incluyo, porque aún no cedo del todo. Sólo espero que para entonces no sea muy tarde.

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