martes, 17 de marzo de 2015

Soldado

Muy en el fondo y hasta la fecha me visualizo a mí misma como un soldado. Espada en mano (las armas de fuego son de cobardes) firme, rápida y ágil. Dispuesta a destruir a quien se interponga entre mis deseos y los de mis seres amados.

A veces la fantasía del soldado es la única forma que tengo de lidiar con mi propio fastidio, con mi propio miedo, y hasta mi odio. No recuerdo cómo inició, pero toda la vida ha sido la contraparte de la "Damisela". Por lo común es verme a mí misma rescatando de un peligro atroz a la persona que amo, dichos peligros cada uno más descabellado que el anterior. De esas fantasías saco el coraje a veces para sobrevivir en el mundo real.

En la vida práctica soy un conejo cobarde, qué más puedo decir. Me da miedo hasta pedir permiso, y más de una vez tengo que repetir las cosas porque no hablo fuerte. La mayoría de las veces me desespero y grito, y entonces ya valió porque ahora ya no soy tímida, soy una maleducada histérica -debido a que nadie me escuchó las primeras 64 veces.

La "Soldado" sólo actúa. Dice lo que tiene que decir, a quien se lo tiene que decir. Camina al compás de Life Burns y se lanza a la batalla para que nadie la trate como... como me tratan a mí. No es tibia. No permite que hablen pársel a sus espaldas ni que le ordenen.

Aclaro que no es una irrespetuosa. Después de todo, un soldado debe tener un código de honor. Pero tampoco se deja faltar al respeto.

Muchas veces pienso que si de verdad tuviera la espada en la mano me sentiría con más valor. Posiblemente sea una representación de la mente, pero no soy quién para evaluarlo.



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