domingo, 21 de junio de 2015

Big Daddy

Un padre es la figura que definirá el 50% de lo que es una persona, aún con su ausencia. En la Naturaleza, el padre puede ser el más fiero protector de la manada, incluso en algunas especies es el primer ser que verán las crías (como ejemplo los pingüinos, los peces beta y los hipocampos). A veces, es la única persona con la que uno puede contar. Y a veces un padre como tal ni siquiera viene de sangre.



Como el mes pasado, presento hoy un compilado de mis "papás" favoritos, tanto consanguíneos como honorarios. Visiblemente es más corto, se excluyeron a los "padres mitológicos" y fue difícil hallar papás literarios que no tuvieran -o fueran- un problema con sus hijos.

  • Felipe Remy (El papá de Simón, Guy de Maupassant)
Empezamos este post con un padre literario. En el cuento El papá de Simón Guy de Maupassant nos cuenta una historia de un niño solitario y un herrero gentil. 

No puedo decir más (es ridículamente fácil spoilear un cuento ¬¬) así que dejo el enlace para que puedas leer este tierno relato. Si lo quieres leer en físico, lo encontrarás fácilmente en la antología Bola de Sebo y otros cuentos.

  • Rubeus Hagrid (Harry Potter, JKR)
Además de Harry (y tal vez incluso por encima de él) el guardabosques de Hogwarts es mi personaje favorito de la saga del Niño que Vivió. 

Hagrid, a pesar de ser mitad gigante, es el personaje más humano de la heptalogía: ha sufrido el abandono de su madre, la muerte de su padre, el rechazo de la sociedad tanto mágica como muggle (cada que se les pega la gana lo agarran de presunto culpable y su naturaleza impide su inclusión/escape al mundo no mágico) y una tendencia al alcoholismo que al parecer escandalizó a los guionistas de la saga fílmica. Sin embargo, de todos los personajes masculinos es el más paternal (fans de Sirius, por favor no me maten) y he aquí los porqués: 

Hagrid sufre mucho al entregar a Harry con sus tíos, pues instintivamente sabe el destino que le espera. Es el primero en saltar en su defensa cada que se le acusa de algo, aunque también es el primero en regañarlo (sólo superado por la mamá de Ron) se preocupa por él como cualquier papá, le horneó un pastel por su cumpleaños 11 -a sabiendas de que no sabía cocinar- y ¿a quién no se le partió el corazón cuando este gigante bonachón entró a las ruinas de Hogwarts con Harry en brazos en Las Reliquias de la Muerte 2? gracias al brillante Robie Coltrane, esta simple -o no tan simple-escena fue una de las más atrozmente dolorosas. 

Por ello -y por la teoría de que Harry lo nombró abuelo honorario de sus hijos- Hagrid ocupa un lugar en este listado de super papás.

  • Alfred Thaddeus Crane Pennyworth (Batman, DC Comics)
Otro papá honorario es el mayordomo favorito de los cómics. Tras el asesinato de los Wayne, Alfred se convierte en la guía y tutor de un Bruce Wayne joven, confundido y lleno de ira. 

No es cualquier cosa criar solo a un señorito consentido, pero es gracias al consejo y apoyo de este caballero y ex-espía del Servicio Secreto -ayudado a su vez por la Dra. Leslie Tompkins, a quien criminalmente olvidé en el post materno- que Bruce Wayne decide seguir el camino de los justos. 

De las versiones actuadas de Alfred -y tal vez esto no agrade a muchos- una de mis favoritas es la de la serie Gotham, puesto que ilustra más claramente el golpe de convertirse, de la noche a la mañana, en la única familia de Bruce.

Los que somos fans, sabemos que Mr. Pennyworth no las ha tenido fáciles para cuidar de su pupilo. En las distintas cronologías de DC (las Crisis, Injustice, etc.) Alfred ha soportado situaciones que han llevado su paciencia y lealtad al límite, situaciones a las que -como siempre- las versiones fílmicas no les hacen ni poquito de justicia. No obstante, aquí le otorgamos el debido reconocimiento. ¡Gracias Alfred!


  • Ryoji Fujioka / "Ranka" (Ouran High School Host Club, Bisuko Hatori)

Un papá menos conocido -pero que a mí me parece genial- es este sujeto. Ryoji es el padre de la protagonista del manga Ouran, la independiente Haruhi. 
Tras la muerte de su esposa, Ryoji se ve en la necesidad de criar solo a su hija de entonces 8 años, de modo que literalmente se convierte en padre y madre. Convencido de que no amará a nadie como amó a su mujer, Ryoji se vuelve travesti y se hace llamar "Ranka", y entra a trabajar en un Okama Bar (un bar drag) para mantener a su familia, trabajo que lo tiene más que agotado. 
Su hija lo adora, y desde muy pequeña aprende a cuidarse sola y hasta cuidar de "Ranka" cuando ya no da más.  Si bien él no es un hombre de muchas luces, su cariño y esfuerzo bien merecen un lugar en la lista.
  • Sam Dawson (Yo soy Sam, 2001)
La mejor manera de acabar este post es con el papá cinematográfico por antonomasia (lo siento pero aún no supero la partida de Robin Williams, ese será para el próximo año). 

Musicalizada con covers de The Beatles -y repleta de referencias al Cuarteto de Liverpool- Yo soy Sam narra la historia de un hombre con deficiencias mentales (interpretado por Sean Penn) que un día se ve convertido en padre de una bebé a la que llama Lucy. 

A pesar de las dificultades que se presentan -las cuales de verdad rebasan la comprensión humana, y entre las cuales está la discapacidad del propio Sam- éste lucha para sacar adelante a Lucy, y sobretodo, mantenerla a su lado y demostrarle que todo lo que necesitas es amor

domingo, 14 de junio de 2015

10 mitos -muy estúpidos- sobre la gente introvertida


Hace poco encontré esto en una red social, y está tan lleno de razón y tanta gente debería leerlo, que decidí resubir la foto y traducirla al español -con un poco de mi estilo. De verdad espero que a muchos les sirva para comprender a las personas tranquilas, y dejarlas TRANQUILAS. O bien, saber como llegarles y evitar que se sientan como aliens en las reuniones. Si hubiera encontrado esto antes, me habría ahorrado muchos problemas con mi familia.
  • A las personas introvertidas no les gusta hablar. No es verdad. No hablamos a menos que tengamos algo que decir. Lo que no nos gusta es hablar poco. Dale a un introvertido un tema que sí sea de su interés, y no se va a callar en días.

  • Son tímidos. La timidez no tiene nada que ver con la introversión. No necesariamente le tenemos miedo a la gente.Lo que necesitamos es una razón para interactuar. Si le quieres hablar a un introvertido, sólo háblale.

  • Son maleducados. En realidad no vemos ninguna razón para andarnos por las ramas solo por quedar bien. Queremos ser reales y honestos, pero desafortunadamente eso no es aceptable en la mayoría de las ocasiones, de modo que "quedar bien" resulta exhaustivo y estresante.

  • No les gusta la gente. Al menos no cualquier gente. Los introvertidos valora de verdad a sus amistades (como para contarlas con los dedos de una mano). Si tienes la suerte de que un introvertido te considere su amig@, has ganado un aliado de por vida. Una vez que te has ganado su respeto, estás dentro.

  • Huyen de las multitudes. Solo no nos gustan por demasiado tiempo. Preferimos evadir las complicaciones de las actividades públicas -fiestas, antros, lugares ruidosos... Aprendemos rápido, y como resultado, no necesitamos estar en un lugar "hasta que el cuerpo aguante". De modo que en cierto punto estamos list@s para volver a casa -o al menos apartarnos un poco- recargar y procesar todo lo que vimos y aprendimos. De hecho, "recargar" es CRUCIAL para nosotros.

  • Siempre quieren estar solos. No es del todo falso, podemos estar muy bien nosotros y nuestros pensamientos. De hecho pensamos demasiado; soñamos despiertos, y algunos gustan de juegos de ingenio. Pero sin excepción, tod@s nos sentimos sol@s si no tenemos a nadie con quien compartir nuestros descubrimientos. Podemos tener una gran conexión, siempre UNA PERSONA A LA VEZ -así que discursos a muchos, no. Nunca. JAMÁS.

  • Son un@s rar@s. Además de que esto es MUY ofensivo, somos individualistas, no rar@s. No seguimos multitudes, y preferimos ser valorados por nuestros estilos. Desafiamos la norma (Eat it, Big Brother!) y no tomamos decisiones en base a "modas". 

  • Son un@s huraños. No es por ser mamilas, y no es que seamos incapaces de prestar atención al resto del mundo... es que muchas veces nuestro mundo interno es mejor -o al menos más tranquilo.

  • No se saben relajar/son un@s aburrid@s. Por lo regular preferimos lo casero o espacios naturales, nunca lugares con multitudes. No somos cazadores de emociones ni adictos a la adrenalina. Si hay demasiado ruido y gritos, literalmente colapsamos (punto 5) ya que nuestro cerebro es muy sensible a la dopamina, a diferencia de un extrovertido. Lo cual nos lleva al mito más ofensivo, y por ende, falso:

  • Se pueden "arreglar" y volverse extrovertid@s. EEEEEEeeeeh, nop.Nop,nop... nop. Un introvertido no puede "arreglarse". No somos máquinas. Y merecemos respeto por nuestro temperamento natural.


lunes, 8 de junio de 2015

El sonido de los vidrios rotos

Encuentro particularmente catártico el sonido del cristal al estrellarse. Suena muy extraño, pero es el grito que deseo que se escuche cuando yo no puedo gritar.

Soy de las que cocinan su ira a fuego lento. Me enseñaron, pese al liberalismo de mis padres, que "una señorita no hace desplantes ni pataletas". Me dijeron siempre que es mejor dejar pasar ciertas cosas. Claro que tuve que aprender yo sola y por las malas a qué ciertas cosas se referían.

De modo que por lo regular no me quejo de nada, por más que arda en rabia. En Facebook, me quejo en finlandés. Hago uno o dos comentarios y me voy guardando todo, de a poco, hasta que en el peor momento estallo en gritos.

Pero mientras tanto, por cada uno de esos momentos, un cristal se quiebra en mi imaginario.

El sonido que produce el vidrio al hacerse pedazos me resulta muy similar al grito humano. Nítido, motivo de alarma. Puedes reconocerlo mucho más rápido que cualquier otro estallido, incluso un disparo. Sabes que es motivo de preocupación, significa que alguien salió herido o que alguien va a recibir un castigo inevitable.

Para mí, es la única manera en que podría expresar todo sin herir sensibilidades. Arrojar una botella vacía y escuchar en el eco del patio como se destruye, y luego pisotear hasta el polvo los pedazos más grandes, para que los gritos sigan y sigan hasta que ya no haya nada que decir. Recogerlo todo y aquí nada pasó.

Es casi un crimen perfecto. Destruir sin herir, sin dañar nada valioso. Por desgracia, casi nunca tengo la oportunidad de perpetrarlo, de modo que me conformo con imaginar que puedo dar un grito tan fuerte y tan agudo que todas las ventanas revientan en pedazos, acallando al enemigo.

Cuando al fin logro dar el grito, no solo no es al enemigo sino que ni siquiera me resulta en un consuelo, y acabo sintiéndome peor que antes. Y no, mi voz no da para tanto.

En otras fantasías, desato mis instintos contra los vidrios a la manera clásica -a batazos. Hasta que no queda nada. Y tengo sueños donde no necesito romper nada: mi cuerpo puede atravesar el cristal sin hacerle nada, en silencio, permitiéndome escapar de cualquier peligro, pelea o situación desagradable, incluso antes de que comience -a veces es más útil ser Damisela que Soldado.

Pero el mundo no es una fantasía, así que hasta que no aprenda a ser realmente valiente, o cínica, o como le llamen ahora, solo me queda el sonido de los vidrios rotos.

Grettel

  - ¿Estás herido, terroncito? Sosteniendo una linterna de las antiguas de aceite y envuelta en un chal de color rosa, la mujer que se hab...