jueves, 25 de junio de 2020

Rouge Lune

Se dice que en luna llena nadie debe de salir. Se deben cerrar puertas y ventanas. Apagar las luces y entregarse a la oración y al sueño. Ignorar los gritos que provienen del corazón del bosque. Y por la mañana, el primer idiota que salga será el que recoja los cadáveres. 

Contrario a lo que se pueda pensar, la gente del pueblo está en paz con La Criatura. Casi siempre lo que queda en la mañana son restos de gente mala que merecía morir. Y uno que otro extranjero incauto o curioso idiota. Por lo demás, nadie suele objetar al respecto de encontrar las calles embarradas de sangre trazando caminos de ida y vuelta al bosque o que las pertenencias de las víctimas terminen en las puertas de aquellos que de otro modo no tendrían para comer.

La Criatura es cuidadosa, eso o no actúa sola. Nunca deja más rastros que las sobras de su merienda mensual, ni siquiera huellas sanguinolentas que den una pista de lo que es; aunque una vez se arrancó un montón de pelos en la reja del cementerio local, la noche en que se comió al sepulturero -además de un camino de sangre hacia la sepultura de una niña aún viva. Una mata de pelos ralos y tiesos de un color incierto, que no coincidieron ni con los de los habitantes ni con sus animales, y a las afueras del pueblo nadie se aventuró a investigar. 

Nadie salvo El Profesor, claro. Pero de su investigación tampoco pudo sacar siquiera conjeturas.

¿Profesor en qué? Profesor en todo, hasta donde todos saben. Dirige la única escuela del pueblo -maestro rígido, mas nunca cruel- por la que pasan todos los niños hasta la mayoría de edad, o hasta que sus padres, ofendidos de que sus hijos sepan más que ellos, los sacan y los ponen a trabajar hasta que "recuerden su lugar en el mundo". O hasta la siguiente luna llena.

Think horror is all made-up? Think again and check out these awful, alluring, and downright evil scary nonfiction books.
El Profesor y su mujer viven en una casita pequeña, llena de libros, en la linde del bosque. Llegaron al pueblo siendo muy jóvenes y no se han ido desde entonces. La Esposa viste un abrigo rojo todo el tiempo, se dedica a fabricar medicinas y vende amuletos de mandrágora y acónito con pequeñas cruces de plata. Todo el pueblo cree en ellos y los renueva en cuanto se secan -los amuletos secos se conservan y se queman en una gran hoguera en la plaza la noche antes de la luna llena. 

Se dice que, colocados en la puerta ahuyentan a La Criatura. A veces. De repente los amuletos se caen -o alguien los quita- y La Criatura entra a servirse el crudo festín de carne de pecador.

El Profesor y su Esposa han vivido en el pueblo más que todos los curas. Si algo sorprende al pueblo es este pequeño detalle, y que aún así la iglesia siga en pie. Todos los sacerdotes enviados ahí terminan acusando a la pareja, tarde o temprano, de brujería, herejía y pactos con el demonio. Y luego desaparecen, o se van y no vuelven. Es cierto que muchas de las lecciones del Profesor contradicen ampliamente a las Sagradas Escrituras; quizás algunos han creído ver a La Esposa danzar desnuda en el aire durante la noche de San Juan; podría ser que incluso tengan trato con La Criatura -llegó al pueblo casi al mismo tiempo que ellos. 

Pero de eso a ser malas personas, jamás. Es más, si a la gente del pueblo se le diera a elegir entre condenar su alma al infierno y vivir de nuevo sin saber leer ni escribir, o tener que resistir fiebres mortales sin poder hacer nada al respecto, la decisión está tomada. Y sin los amuletos de La Esposa ni las recomendaciones del Profesor, las muertes provocadas por La Criatura serían peores.

Una vez al año, eso sí, la pareja se marcha para visitar a sus familiares en tierras lejanas. Lo curioso es que van por separado. El Profesor a veces habla vagamente de sus parientes, numerosos y de carácter muy temperamental, y La Esposa a veces habla de una abuela a la que prefiere no contrariar -al parecer su matrimonio no le hizo gracia. En esos días, aunque haya luna llena, La Criatura también se va. 

Esos días en el pueblo son los peores, porque los humanos andan sueltos.

domingo, 17 de mayo de 2020

Protocolo de Salud para un Ataque de Ansiedad

Me diagnosticaron Trastorno de Ansiedad en septiembre de 2016. Para ello pasé por una crisis detonada por el estrés de un examen de admisión cuyo resultado en consecuencia se fue al traste, y una fake news que cometí el error de no verificar en el momento y tragarme como se traga una pastilla. Aún ahora, cuatro años y mucha terapia después, tengo episodios que pueden durar un día o una semana, y nadie se da cuenta porque me mantengo funcional. 

En este momento, todos vivimos en una situación de incertidumbre. Mucha gente no está acostumbrada a la vida sin socializar, y aunque soy del club de la Diversión en Casa, el día de hoy me afecta por fin el no poder salir y ver a mis amigos y seres queridos. Tengo que trabajar, y gracias al cielo eso me distrae lo suficiente, pero hoy que tocó ocio mis síntomas decidieron "hacerme una visita". Así que aprovechando su infausta presencia, voy a compartir cómo es un ataque de ansiedad (uno mío, así que esta es una entrada muy personal) y cómo hago para combatirlo.

Aclaro que estas son medidas de emergencia, siempre será más fácil si la persona se encuentra en su entorno, pero un ataque de ansiedad puede llegar en cualquier momento.

Reconoce un ataque de ansiedad ajeno:

-La persona puede presentar dolor de cabeza intenso, sensibilidad al ruido, al tacto o a la luz.

-Cambios súbitos de comportamiento: la persona se mostrará asustada, nerviosa o se retraerá de un momento a otro. A veces intentará alejarse a toda costa del resto de los presentes.

-En casos extremos, se le bajará la presión, presentará náuseas o dificultad para respirar (respira muy rápido o de pronto inhala y exhala hasta hiperventilarse) 

-Acciones poco habituales como retorcerse las manos, mirada perdida, tamborilear con las manos o los pies o caminar de un lado a otro. En casos extremos, tirarse del cabello o arañarse.

Protocolo de Salud para un Ataque de Ansiedad:

1. Si la persona afectada intenta apartarse del entorno, acompáñale a un sitio tranquilo donde pueda estar cómoda. Puede pedirte que te quedes a su lado o que te apartes, cualquiera que sea el caso respeta su decisión.

2. En el caso de que pida tu compañía, sondea la situación: algunas personas aprecian y les tranquiliza el contacto físico como un abrazo o cafuné (lo que llamamos "hacer piojito") a otras el contacto físico sólo los pone más nerviosos.

3. Recuerda que la ansiedad es un estado de salud, y no puede solo "controlarse", así que por favor evita frases como cálmate o ya no estés mal. Es como decir muchos días de estos en un funeral, no sirve para nada, y el afectado se sentirá presionado, a veces hasta ofendido o regañado. 

4. Hagan juntos un ejercicio de respiración: inhalar profundamente contando hasta cuatro, retener el aire contando hasta siete, y exhalar lentamente contando hasta ocho. Este ejercicio se repite tres veces seguidas.

5. Es importante distraer a la persona de la situación detonante, lo que no obstante, no significa ignorarla. A continuación presento un par de distracciones válidas y efectivas:
  • Girar el detonante a través de la lógica. Por ejemplo, si el detonante es la noticia de un desastre natural, recordemos a la persona que se encuentra a salvo y lejos de la zona de desastre.  
  • Grounding. La traducción literal es hacer tierra -como una corriente eléctrica. Se trata de mantener a la persona en el presente llevando su atención a objetos en el entorno, ya sea que se concentre en buscar cosas de un solo color, describir a detalle una imagen o llevar a cabo un ejercicio de sentidos, es decir, buscar 5 cosas que pueda ver, 4 que pueda escuchar, 3 que pueda tocar, 2 que pueda oler y 1 que pueda probar.

Sin título III

Juro que lo último que quiero es seguir escribiendo de éstas. Ahora mismo debería estar dando los toques finales a mi Magnum Opus o continuar con Mar y Tierra, que se suponía debía terminar este mes. Pero aquí estoy, escribiendo un tercer sin título.

Probablemente es que la situación actual al fin me está afectando. Eso, aunado a mis frustraciones eternas de tener medio de fracasar pero aún más miedo de dar un auténtico primer paso. No se le puede llamar Síndrome del Impostor si ni siquiera lo has intentado, pero entonces, ¿qué es esto?

¿A qué le tengo miedo? ¿Porqué le tengo miedo? No es nada más que mi estúpida ansiedad atacando de nuevo. Pero siendo consciente de ello y repasando todo mi conocimiento, no logro que se vaya por completo. Soy yo siendo mi propio enemigo -de nuevo.

Tuve un profesor de meditación -a quien a pesar de sus puntos de vista un tanto radicales le debo mucho- que basaba sus clases en una frase muy curiosa: Una mente sin control de una pulga hace un caballo. Significa que nuestra propia mente puede jugarnos malas pasadas si se lo permitimos.

Sé que estoy mejor que antes porque he pasado meses enteros sin un incidente serio. Revisando mi plataforma, hace tres años escribí el anterior, así que supongo que se puede considerar un triunfo.

Este fin de semana sólo será esto, y con suerte mañana se me pasará. Incluso esta misma noche, si sigo mi propio protocolo. Pensándolo bien, en la siguiente entrada voy a compartir mi diagnóstico y protocolo de primeros auxilios para estas situaciones, porque creo que no soy la única persona que ha pasado por algo así. Y pensándolo bien, creo que por una vez me está haciendo bien escribir una de éstas.

jueves, 9 de abril de 2020

Refulgiendo con luz propia: La Esmeralda (PUBLICACION 100!!!)

Peleando contra mis bloqueos de escritor, me di cuenta recientemente que hemos llegado a la entrada 100 en este blog; y ya que no podemos salir a celebrar y Mar y Tierra esta nuevamente en hiatus, se me ha ocurrido compartir con ustedes uno de mis logros más grandes. 

Durante el año pasado trabajé brevemente para una revista digital con tema gótico. La revista se fue al traste -sin que nadie me dijera- pero la experiencia me enseñó a siempre tener respaldos, y gracias a ello conservo todas mis entrevistas. Ésta en particular, fue mi oportunidad de entrevistar a La Esmeralda, una modelo y cosplayer de talla internacional que admiro con todo mi corazón desde hace años, y poder platicar con ella, aunque no fuera en vivo (todo fue vía mensaje) es algo que siempre estará conmigo. En los créditos de las fotografías están los enlaces de sus redes.

(Sí, ya sé que se ve extraño, Blogger tiene un glitch que pone el fondo blanco e ilegible, me las tuve que arreglar ¬_¬)

El mundo del modelaje se presenta brillante, inalcanzable e incluso feroz. Pero hay quienes logran dominarlo y seguir sus pasión exitosamente, sin caer en sus tentaciones. Es así que este mundo, antes exclusivo, abre nuevos caminos para los amantes de la moda menos convencional. Un mundo que parecía hecho sólo para las hadas de la alta costura, ahora es habitado también por regios vampiros, seres de fantasía e infinidad de personajes.

Platicamos en exclusiva con La Esmeralda, uno de los íconos más importantes de la moda en la escena gótica y fantástica de Europa, quien nos comparte un poco de su historia, lo que viene para el futuro y reflexiones significativas. 


¿Cómo te decidiste por el modelaje?
Empecé a modelar en 2009. Siempre me gustó tomarme fotografías con mis amigos, y un día hice una cuenta en una plataforma alemana de modelaje - al día siguiente fue mi primera sesión "real", lo que me motivó a hacer muchas más.
Un dato curioso es que el primer fotógrafo con el que trabajé insistió en verme en ropa interior antes de la sesión (la cual era con vestidos de princesa, así que no había razón para hacer un striptease) además, me dijo que yo era demasiado gorda y chaparra para ser modelo, y que para ser famosa tendría que desnudarme. Luego tomó la primera foto y se impresionó... Gracias a dios, eso no fue raro ni incómodo, ¡y mejor aún, qué bueno que no le creí! :D

Tu trabajo abarca múltiples temas y estilos, ¿cuál de todos es tu favorito?
¡Todos! Amo el Goth, la fantasía, el cosplay y el burlesque. Jamás diré que no a un vestido hermoso ni a un corsé bien confeccionado, y me encanta coser y crear mis propios vestuarios.

Se te considera un ícono de la escena gótica en Europa, y tienes muchos fans alrededor del mundo, ¿cómo te hace sentir?
¡Gracias! Me siento muy feliz de que a tanta gente le guste mi trabajo, y siempre me alegra inspirar a otros. Me parece increíble  que mi trabajo sea conocido alrededor del mundo y las oportunidades que esto me ha dado, como colaborar con diseñadores o acudir a eventos en todas partes. Aunque yo no me siento tan famosa, cuando no me visto para alguna sesión sólo soy una persona normal que quiere convivir con sus conejos. 

Te invitan muy seguido a grandes convenciones y eventos, ¿hay alguna anécdota o experiencia especial con tus fans que quieras compartir?

Me encanta ir a convenciones y encontrarme con fans, ¡es maravilloso tener tiempo para convivir! El año pasado fui a varias, y cada experiencia fue increíble. Espero poder ir a más este año; hasta ahora parece que iré a tres eventos en Alemania y espero que otros a nivel internacional les sigan: el Festival M'era Luna, la Feria del Libro de Leipzig y la Gamescom. Y tal vez también la Feria de la Fantasía (Elf Fantasy Fair) en los Países Bajos. 

Por otro lado, ¿has tenido que enfrentar alguna situación mala o incómoda? ¿Cómo lo manejaste?
Hasta ahora no tengo historias malas o incómodas, afortunadamente. Aunque sí hubo fotógrafos que me coqueteaban, especialmente cuando inicié pensaban que era una buena idea intentarlo- pero usualmente un poco de sarcasmo y un firme NO siempre ayudan :)


Eres el rostro de marcas reconocidas de ropa y accesorios, ¿tienes planes para una propia?
Realmente no, no por ahora al menos.

¿Qués sigue para La Esmeralda?
Espero poder trabajar con más personas este año, y definitivamente seguir con mis creaciones.


¿Tienes algún consejo para quienes deseen seguir el camino del modelaje?


Haz lo que amas y no dejes que otros te digan cómo ni qué hacer. Es decir, un consejo nunca está de más, pero el que alguien te diga que eres demasiado corto o no lo suficientemente delgado no significa que en verdad lo seas. Para entrar al mundo del modelaje lo que necesitas es trabajar duro y tener la pasión para seguir tus sueños. Y si no funciona como planeaste, inténtalo desde otro enfoque, ¡pero nunca te rindas!


Y otra cosa muy importante: no hagas nada que te haga sentir incómodo. Si quieres una sesión de desnudo, por ejemplo, hazla, pero NUNCA lo hagas porque un sujeto conuna cámara costosa te diga que sólo así alcanzarás la fama. En mis primeros años, casi cada fotógrafo me pidió que me desnudara, y no siempre era fácil decir que no, pero simplemente no lo deseo ni lo haré. Además, me gusta disfrazarme y los vestuarios coloridos y brillantes, ¿para qué posar desnuda si puedo lucir como una princesa? ;) Siempre ten en mente que trabajas para cumplir tus sueños y de nadie más.





Arriba, derecha:
<3Collar: Nocturne Jewellery / Corset: V-Couture / Foto: Heiner Seemann / Model, hair & make-up: La Esmeralda
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Centro, izquierda:
Foto: Heiner Seemann / GrautonStudio / Outfit: Morgaine La Chatte / Model, hair & make-up: La EsmeraldaNina Rademacher y Heiner Seemann.
Abajo, centrada:
Foto: Annie Bertram / Dress: Johanna Macht / Necklace: Gothic Elegance / Model, hair & make-up: La Esmeralda 

miércoles, 4 de marzo de 2020

Carcasa (pt 2)

Lee la parte 1

#NiUnaMenos

Pasado un mes, el mundo se había detenido. Se escuchaba el murmullo de las radios y las televisiones desde las casas, los tecleos en las computadoras, los pájaros cantaban y los perros ladraban como de costumbre, pero el ruido de las multitudes se había apagado casi por completo; rara vez en el día se escuchaba el crujir de la grava bajo las ruedas de un coche o el compás de unos pasos apresurados.

Lo único que se oía era el paso arrastrado de las carcasas, y a veces el grito final de alguno de sus asesinos. Esto último resonaba en todas partes, y era imposible no escucharlo. 

¿Qué fuerza, qué extraño dios de la venganza las había traído de vuelta? ¿Era obra del diablo o acaso el plan de un ángel exterminador? Eran las preguntas que flotaban en el aire. La prensa se había encargado de inundar de ataques grabados cada noticiero, provocando alarma y desconcierto aún en aquellos que se sabían a salvo. Los templos se convirtieron en refugios de hombres y mujeres que veían en ellas al temido verdugo de sus pecados, porque ellas también atacaban a otras mujeres. Regentas, delincuentes, perras sin alma que habían participado de su primera muerte o que habían ayudado a enterrarlas en la mierda. Las autoridades vieron sus números disminuir y dejaron de cazarlas para empezar a poner guardias y alarmas en las casas de potenciales blancos.

Pasado más tiempo, los ataques se normalizaron. Así como antes se volvió normal en el pasado oír de sus muertes o desapariciones.

Los más jóvenes comenzaron a seguirlas para grabar los ataques y subirlos a las redes. La gente al ver carcasas caídas ya sólo les prendía fuego para no tener que lidiar con el engorro de volver a enterrarlas o llamar a las morgues, que ahora estaban repletas. La policía centraba sus esfuerzos en proteger a pedófilos, asesinos y violadores, nada que no hubieran hecho antes, pero ahora con un compromiso que se hubiera esperado en una guardia presidencial. En algunas ocasiones abrían fuego nada más verlas llegar, esperando derribarlas o detenerlas o lo que demonios fuese a pasar. Nada de esto servía. Tarde o temprano, las carcasas daban con ellos, y esperaban sin moverse la oportunidad de entrar para tomar lo que les pertenecía. Había rebaños enteros rodeando casas, cárceles, escuelas, iglesias; firmes como ejércitos, pacientes y silenciosas. Y entonces una puerta se abría, o una ventana, y las que podían entraban para hacer justicia y que el resto pudiera al fin volver a morir. 

En el punto más bajo de falta de escrúpulos, apareció un programa de televisión en que se corrían apuestas de quién sería el siguiente en ser alcanzado por sus víctimas. Había uno al que le llamaban "el asesino de los ojos", al que no habían capturado pero se sabía de él por los rebaños de carcasas con las cuencas de los ojos vacías que lo buscaban sin descanso, en varias partes del mundo, y los productores contrataban camarógrafos de a pie u ofrecían recompensas por videos siguiéndolas, el ganador sería aquel que lograra capturar y transmitir en vivo el momento en que "el asesino de los ojos" encontrase su espeluznante final. 

Y así fue, cuando el mismo productor en jefe fue destripado durante una transmisión -por la pasante a la que había roto el cuello y tirado a un canal tras violarla y sacarle los ojos- y el programa finalmente fue cancelado. 

Ellos aprendieron lo que era el miedo, y se encerraron en sus casas. Algunos de los culpables eligieron volarse la tapa de los sesos para no ser alcanzados por ellas. Otros huyeron hasta donde les daba el dinero o los pies, pero el mundo es redondo y uno siempre vuelve al punto de partida, y en ese punto ellas los estaban esperando. 

Se perdió la noción del tiempo que llevaba la marcha de las muertas, mientras en algunos lugares su número disminuía, en otros no hacía sino aumentar, hasta que se convirtieron en una visión normal. Se volvió cosa común ver grupos enteros derrumbarse para siempre en la calle. La prensa pronto se aburrió de ellas y las autoridades dejaron de proteger a los blancos, dejándoles una o dos advertencias y en algunos casos, dejando también la puerta abierta para ellas. De a poco, también perdieron el mote de "carcasa" y recuperaron sus nombres; las que consiguieron su sangrienta justicia volvieron a la tierra negra, esta vez con pena y hasta respeto de los que cavaron sus fosas o encendieron sus piras. 

Un día, la última de ellas finalmente volvió a morir. Ese día las vivas salieron de casa. Con sus hijos, con sus parejas, solas o con amigos o familiares, en falda o pantalón. Salieron y el aire ya no olía a muerte, la vida murmuraba en las calles y la humanidad volvía a su ritmo, que era el mismo y a la vez era un compás de cambio. Y la vida regresó a las calles, cantando su canción y evitando a toda costa la pregunta que flotaba en la mente del colectivo:

¿Y si regresan? 

Resultado de imagen de feminicidio

martes, 3 de marzo de 2020

Carcasa (pt. 1)

Hay cosas que se tienen que hablar, no sólo en este mes, sino todos los días, y si el terror es el medio, pues que así sea. Este es un cuento en dos partes en que pregunto: ¿y si todas las que nos faltan, regresaran

¿Pero y si no vuelven vivas?

#niunamenos



Aparecieron un día.

Como surgidas del aire, o de la niebla. Aparecieron caminando en las calles, con paso lento y casi mecánico pero indetenible. De todas las edades, de todas las clases y razas. Aparecieron en todo el mundo en el transcurso de un día y una noche. En un principio sólo causaron curiosidad. No saludaban, no hablaban con nadie, sólo caminaban con su paso lento. Algunas llevaban cosas en la mano; juguetes, bolsos, o las cosas más aleatorias. A veces se cruzaban, en raras ocasiones se detenían para entenderse sin decir una palabra y así juntarse en grupos autómatas y silentes. La prensa tardó más en notarlas, pero los avistamientos inundaron las redes de comunicación como si de un desafío* o un tag absurdo se tratase.

Fueron los pequeños detalles, vistos muy de cerca, los que dieron la alarma de que aquello no tenía nada de absurdo.

Primero, alguien se dio cuenta que la mayoría tenía la ropa hecha pedazos. Mangas rasgadas, botones arrancados, incluso tijeretazos o roturas hechas con objetos punzocortantes, con la absoluta intención de que esa prenda ya no sirviera para cubrir. Algunas incluso iban en ropa interior, o desnudas. 

Luego otros notaron que iban sucias. De tierra o de basura, como si se hubieran arrastrado hasta llegar a la superficie. Todas olían muy mal, un hedor espantoso que no pertenecía al mundo cotidiano, y que anunciaba su llegada, siendo lo único que contrarrestaba la curiosidad.

Finalmente alguien notó la sangre. Y ese alguien, con gran dolor y un espanto que casi le arrancó la cordura, descubrió quiénes eran.

Costras de sangre seca, en la ropa, en la piel, entre los muslos. Hilos rojos petrificados que corrían desde brutales golpes en la cabeza, desde puñaladas en la espalda y el pecho, desde las cuencas de los ojos en un grupo completo que se había estado juntando desde el día uno. 

El que se dio cuenta fue un padre de familia. Había gastado cada segundo de los últimos cinco años buscando a una hija que se fue al trabajo un día y nunca más regresó, y que ni siquiera llegó a la oficina. La policía proscribió el caso sin siquiera buscarla y sus conocidos se habían rendido uno tras otro, pero él siguió buscando, preguntando, peregrinando en cada hospital, en cada organización, en cada comisaría y morgue. 

Ese día, su hija chocó con él y lo pasó de largo. Llevaba puesto lo que en esa funesta mañana había sido una blusa blanca y una falda de corte recto, pero que ahora eran jirones sobre un cuerpo batido de sangre y tierra, arrastraba un pie descalzo y en el otro llevaba un zapato de tacón con los adornos de corcho podridos. El resto de su piel estaba gris,tenía basura en el pelo enmarañado, nubes en los ojos y gusanos entraban y salían por una serie de puñaladas en su pecho.

La gente en la calle vio al padre seguir a la hija desesperado, gritando su nombre, intentando detener a toda costa su paso, solo para verse arrastrado por la marcha de las muertas, llorando histérico. Había vuelto, y a la vez no volvería jamás. Tanto buscar a una hija para acabar encontrando un cascarón vacío.

Poco a poco todas fueron reconocidas. Las hijas perdidas, las amigas desaparecidas, las vecinas que una noche no volvieron a salir de sus casas, o que salieron para nunca más volver. Todas habían regresado, pero a la vez ya no estaban ahí. En un principio esto generó pánico inmediato, inspirado obviamente en ciertas películas de terror, hasta que se dieron cuenta que ellas en realidad no lastimaban a nadie. Si se cruzaban con alguien vivo, lo pasaban de largo y seguían andando sin parar, sin importar si ese vivo las había conocido o no.

La prensa no tardó en darles un nombre: carcasas. No es como que fueran otra cosa antes para los medios, pero ahora podían darles una marca, un nombre que vendiera periódicos y elevara los ratings. Cuando se comprobó que las carcasas en efecto no eran peligrosas, la policía finalmente salió de su cubil y empezó a actuar. Y con actuar se referían a simplemente juntarlas en rebaños, subirlas a camiones y camionetas y llevarlas a cualquier edificio -hospital, cárcel, las mismas cajas de los vehículos- donde mantenerlas bajo llave hasta saber qué hacer. Ellas se dejaron pastorear sin reacción alguna. Para muchos esto fue un alivio y dieron por zanjado el asunto, para otros no era tan sencillo, y se dieron a la tarea de reconocerlas, inspeccionarlas y llamar a las familias. 

Un día, un grupo de carcasas reaccionó. Y entonces se confirmó que no eran peligrosas para todos. 

En un separo de una comisaría, en medio de las carcasas, apareció el cuerpo desmembrado de un policía. Durante la noche lo habían despedazado, y restos del hombre habían quedado por toda la celda, embarrados en el suelo, los muros, incluso en algunas de ellas. Pero no habían sido todas, no: las responsables habían caído alrededor de lo que quedó de él, y ya no se volvieron a mover. Se habían vuelto a morir, no había otro modo de decirlo. El resto sólo las rodeaba, silentes e impasibles como siempre. Hubo más carcasas caídas en un hospital esa misma noche, sin que éstas atacaran a nadie. 

Sólo entonces se supo que ese policía, abusando de su placa, había violado y matado a todas esas mujeres que esa noche volvieron a morir.

Y se supo también que él sólo sería el primero.


83,000 firmas contra el feminicidio de Karla
Autor desconocido

Grettel

  - ¿Estás herido, terroncito? Sosteniendo una linterna de las antiguas de aceite y envuelta en un chal de color rosa, la mujer que se hab...